A
ntes conocida como Paso del Norte, hoy como Ciudad Juarez, esta fronteriza ciudad mexicana se encuentra localizada en un extenso valle a orillas del río Bravo frente a su vecina ciudad norteamericana El Paso, Texas. Situada al norte de la ciudad de Chihuahua, capital del Estado, hoy se puede decir que es uno de los centros maquiladores más importantes de todo México y una ciudad dinámica, pero que a su vez mantiene su riqueza cultural y memorias que nos recuerdan su importante papel dentro de la historia nacional.
Los inicios de la población de Juarez se remontan hasta mucho antes de la época colonial. Se dice que los primeros pobladores de esta región eran descendientes de los Anasazi, siendo la cultura más cercana y con la que está más familiarizada la población de Juárez y que mucho compartía los elementos culturales del Desierto. Estas tribus estuvieron fundamentalmente relacionadas con las del sur de los Estados Unidos de Norte América, considerados como parte de la cultura norteamericana correspondiente al área Oasis América.
Antes de la llegada de los españoles, en esta zona habitaron principalmente los indios Sumas y Mansos. Estos últimos eran los más abundantes en la región y fueron quienes solicitaron posteriormente su incorporación al cristianismo, por lo que se funda Paso del Norte. El nombre de estos indios (mansos) se dice que proviene de sus encuentros con los españoles quienes tranquilizaban a sus perros para que no mordieran a los indígenas diciendo “sal de ahí, manso, manso..”.
La historia indica que tras un naufragio en las costas de lo que hoy conocemos como Florida, fueron Álvar Nuñez Cabeza de Vaca y su tripulación los primeros en pisar suelo juarense. En adelante, varias expediciones españolas se dieron a esta zona, muchas de las cuales fueron misiones franciscanas cuyo principal objetivo era evangelizar a los indios, según el acuerdo con El Consejo de Indias que estableció en 1573 que se debía tratar con todo respeto a los indígenas. Se puede decir que el personaje más notable (de esa época) que viajó por estos lares, fue Juan de Oñate, distinguido por el gobierno virreinal y quien también es conocido por haber sido auxiliado por once misioneros al mando de Fray Rodrigo Durán.
Varios años más tarde, un 8 de diciembre de 1659, Fray García de San Francisco creo y fundó una misión conocida con el nombre de “conversión”, porque era el lugar donde convertían a los indios paganos en cristianos. Unos años más tarde, cambio de nombre y fue llamado “Misión de Nuestra Señora de Guadalupe”; y luego debido a su crecimiento y desarrollo se creó una localidad con categoría de villa, conocida como Villa Paso del Norte. Esta villa, se siguió desarrollando apoyada básicamente en su ubicación estratégica y abundante de agua, que la volvía el lugar ideal para descansar, de los viajeros que atravesaban las llanuras desérticas de sur a norte (y viceversa) y de los peregrinos que enfilaban rumbo al norte, especialmente a Nuevo México, quines llegaban y descansaban por varios días, a esta peculiar y bella villa. Los años siguientes continuaron siendo de gran desarrollo para esta villa, aún y cuando tomó casi dos siglos dominar a los feroces nativos quienes robaban continuamente caballos a los españoles. Durante el siglo XVIII los españoles fueron extendiéndose hacia el norte, por lo que la Villa Paso del Norte cobró una gran importancia dada su estratégica posición geográfica, siendo un punto en el “camino real” considerado desde la Ciudad de México hasta Santa Fe y más allá. El comercio se multiplicó y aunque las luchas contra los apaches no cesaron, estas pasaron a ser acciones cotidianas.
Después de la independencia de México, la importancia de este pueblo siguió creciendo y su desarrollo se forjo en base al gran comercio con Estados Unidos. Es así, que tras la guerra con este país vecino, se estableció en 1835 una aduana en El Paso del Norte, la cual trataba de controlar el gran comercio entre ambas naciones. En medio de la historia de Mexico, ya como República Independiente, durante la intervención Francesa, es cuando esta ciudad recibe su nombre actual en honor al Presidente Licenciado Benito Juárez García, quien estuvo refugiado en esta villa en los años de 1865 y 1866, durante la lucha contra la Intervención Francesa y el Imperio.
Los inicios de la población de Juarez se remontan hasta mucho antes de la época colonial. Se dice que los primeros pobladores de esta región eran descendientes de los Anasazi, siendo la cultura más cercana y con la que está más familiarizada la población de Juárez y que mucho compartía los elementos culturales del Desierto. Estas tribus estuvieron fundamentalmente relacionadas con las del sur de los Estados Unidos de Norte América, considerados como parte de la cultura norteamericana correspondiente al área Oasis América.
Antes de la llegada de los españoles, en esta zona habitaron principalmente los indios Sumas y Mansos. Estos últimos eran los más abundantes en la región y fueron quienes solicitaron posteriormente su incorporación al cristianismo, por lo que se funda Paso del Norte. El nombre de estos indios (mansos) se dice que proviene de sus encuentros con los españoles quienes tranquilizaban a sus perros para que no mordieran a los indígenas diciendo “sal de ahí, manso, manso..”.
La historia indica que tras un naufragio en las costas de lo que hoy conocemos como Florida, fueron Álvar Nuñez Cabeza de Vaca y su tripulación los primeros en pisar suelo juarense. En adelante, varias expediciones españolas se dieron a esta zona, muchas de las cuales fueron misiones franciscanas cuyo principal objetivo era evangelizar a los indios, según el acuerdo con El Consejo de Indias que estableció en 1573 que se debía tratar con todo respeto a los indígenas. Se puede decir que el personaje más notable (de esa época) que viajó por estos lares, fue Juan de Oñate, distinguido por el gobierno virreinal y quien también es conocido por haber sido auxiliado por once misioneros al mando de Fray Rodrigo Durán.
Varios años más tarde, un 8 de diciembre de 1659, Fray García de San Francisco creo y fundó una misión conocida con el nombre de “conversión”, porque era el lugar donde convertían a los indios paganos en cristianos. Unos años más tarde, cambio de nombre y fue llamado “Misión de Nuestra Señora de Guadalupe”; y luego debido a su crecimiento y desarrollo se creó una localidad con categoría de villa, conocida como Villa Paso del Norte. Esta villa, se siguió desarrollando apoyada básicamente en su ubicación estratégica y abundante de agua, que la volvía el lugar ideal para descansar, de los viajeros que atravesaban las llanuras desérticas de sur a norte (y viceversa) y de los peregrinos que enfilaban rumbo al norte, especialmente a Nuevo México, quines llegaban y descansaban por varios días, a esta peculiar y bella villa. Los años siguientes continuaron siendo de gran desarrollo para esta villa, aún y cuando tomó casi dos siglos dominar a los feroces nativos quienes robaban continuamente caballos a los españoles. Durante el siglo XVIII los españoles fueron extendiéndose hacia el norte, por lo que la Villa Paso del Norte cobró una gran importancia dada su estratégica posición geográfica, siendo un punto en el “camino real” considerado desde la Ciudad de México hasta Santa Fe y más allá. El comercio se multiplicó y aunque las luchas contra los apaches no cesaron, estas pasaron a ser acciones cotidianas.
Después de la independencia de México, la importancia de este pueblo siguió creciendo y su desarrollo se forjo en base al gran comercio con Estados Unidos. Es así, que tras la guerra con este país vecino, se estableció en 1835 una aduana en El Paso del Norte, la cual trataba de controlar el gran comercio entre ambas naciones. En medio de la historia de Mexico, ya como República Independiente, durante la intervención Francesa, es cuando esta ciudad recibe su nombre actual en honor al Presidente Licenciado Benito Juárez García, quien estuvo refugiado en esta villa en los años de 1865 y 1866, durante la lucha contra la Intervención Francesa y el Imperio.
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